
La naturaleza de la adoración a Dios requiere primeramente
la postración de nuestras almas delante de él en sumisión y humildad; en
Santiago 4: 6, 10 la palabra del señor nos dice: "Dios resiste a
los soberbios, y da gracia a los humildes; Humillaos delante del Señor, y
él os exaltará.”. Nuestra adoración a Dios debe ser una acción muy humilde y
reverente.
Dice en
Juan 4: 23-24, "Mas la hora
viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren. “no dice que podemos
adorar a Dios de la manera que nosotros queramos, debemos adorarle en espíritu y en verdad
No hay una forma diferente en la que podamos adorar a Dios
y que sea aceptable para él. La palabra
"debe" expresa "una obligación, una necesidad,
un requerimiento, una certeza, y es algo que hay que hacer". Cuando se
utiliza la palabra "debe" ello
significa que no es opcional. Aquí la palabra
"debe" está expresando que, en espíritu y en verdad es la única manera
aceptable de adorar a Dios.
Dios busca verdaderos adoradores, y Él los identifica como
los que "le adoran, en espíritu y en verdad". Adorar a Dios en
espíritu y en verdad es un asunto serio que no debe tomarse a la ligera. Puesto que Dios es
el objeto de nuestra adoración, Él y solamente Él tiene el derecho de
determinar cómo debemos adorarle.
La
adoración es un momento en que tenemos que mostrar un profundo respeto y temor a quien nos ha creado. Hechos 17: 24-25
dice: "El Dios que hizo el mundo y todas las
cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas”.
La adoración debe llevarnos a reflexionar sobre la grandeza
y la gracia de Dios en contraste con nuestra propia indignidad.
La alabanza, la oración, el estudio de la Palabra, y la comunión son algunas de las herramientas
diseñadas por Dios para acercarnos a Él, para edificarnos, fortalecernos y para
hacernos pensar más como Él piensa, como dice en Santiago 4: 8 "Acercaos a
Dios, y Él se acercará a vosotros."
Cuando
adoramos a Dios tenemos la tendencia a valorar lo que Dios valora y adquirir poco
a poco las características y cualidades de Dios, pero nunca a su nivel. Renovamos nuestra
mente a medida que estudiamos y meditamos en la Palabra de Dios y lo adoramos.
Cuando adoramos a Dios desarrollamos rasgos tales como el
perdón, la ternura, la justicia, la rectitud, la pureza, la bondad y el amor. Todo esto nos está
preparando para la vida eterna en el cielo con el señor. Como se nos dice
en Colosenses 3: 2 a, "Poned la mira
en las cosas de arriba, no en las de la tierra."
La salvación es un asunto muy serio, parte del plan de Dios
para nosotros y no un simple accidente. Debemos trabajar día
tras día en ella "con temor y temblor". La salvación
depende de si nuestro culto es agradable a Dios o no.
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