El Propósito de nuestra adoración a Dios - Letras Pentecostales

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15 julio 2016

El Propósito de nuestra adoración a Dios


El propósito de la adoración es glorificar, honrar, alabar, exaltar y sobre todo agradar a Dios. Una verdadera adoración debe mostrar nuestro agradecimiento y lealtad a Dios por su gracia la cual nos proporcionó la manera de escapar de la esclavitud del pecado, y obtener la salvación eterna.

La naturaleza de la adoración a Dios requiere primeramente la postración de nuestras almas delante de él en sumisión y humildad; en Santiago 4: 6, 10 la palabra del señor nos dice: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes; Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”. Nuestra adoración a Dios debe ser una acción muy humilde y reverente.
Dice en Juan 4: 23-24, "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. “no dice que podemos adorar a Dios de la manera que nosotros queramos, debemos adorarle en espíritu y en verdad

No hay una forma diferente en la que podamos adorar a Dios y que sea aceptable para él. La palabra "debe" expresa "una obligación, una necesidad, un requerimiento, una certeza, y es algo que hay que hacer". Cuando se utiliza  la palabra "debe" ello significa que no es opcional. Aquí la palabra "debe" está expresando que, en espíritu y en verdad es la única manera aceptable de adorar a Dios.

Dios busca verdaderos adoradores, y Él los identifica como los que "le adoran, en espíritu y en verdad". Adorar a Dios en espíritu y en verdad es un asunto serio que no debe tomarse a la ligera. Puesto que Dios es el objeto de nuestra adoración, Él y solamente Él tiene el derecho de determinar cómo debemos adorarle.

La adoración es un momento en que tenemos que mostrar un profundo respeto y  temor a quien nos ha creado. Hechos 17: 24-25 dice: "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas”.
La adoración debe llevarnos a reflexionar sobre la grandeza y la gracia de Dios en contraste con nuestra propia indignidad.

La alabanza, la oración, el estudio de la Palabra,  y la comunión son algunas de las herramientas diseñadas por Dios para acercarnos a Él, para edificarnos, fortalecernos y para hacernos pensar más como Él piensa, como dice en Santiago 4: 8 "Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros."

Cuando adoramos a Dios tenemos la tendencia a valorar lo que Dios valora y adquirir poco a poco las características y cualidades de Dios, pero nunca a su nivel. Renovamos nuestra mente a medida que estudiamos y meditamos en la Palabra de Dios y lo adoramos.

Cuando adoramos a Dios desarrollamos rasgos tales como el perdón, la ternura, la justicia, la rectitud, la pureza, la bondad y el amor. Todo esto nos está preparando para la vida eterna en el cielo con el señor. Como se nos dice en Colosenses 3: 2 a, "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra."

La salvación es un asunto muy serio, parte del plan de Dios para nosotros y no un simple accidente. Debemos trabajar día tras día en ella "con temor y temblor". La salvación depende de si nuestro culto es agradable a Dios o no.


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